lunes, 12 de marzo de 2012

Años 80

Aunque no faltan producciones de interés, el cine español, durante los primeros ochenta, se resiente de la situación crítica que viene arrastrando desde los últimos años de la década anterior.

Las dificultades administrativas y las lagunas legales en ciertas materias preocupan al sector, que poco a poco va exigiendo una restructuración general.

Sin embargo, los cambios políticos afectan a la industria cinematográfica. Tras la victoria electoral del PSOE, nuevas disposiciones pasan a regular el modo en que se conceden las subvenciones.

Ese nuevo dispositivo legal del Gobierno socialista coincide, por otra parte, con un creciente apoyo a los nuevos realizadores.

El nivel medio de producción se mantuvo en el centenar de películas desde 1972. No obstante, la industria pasó, hacia finales de la década, por una etapa de indefinición, con todas sus esperanzas puestas en un proyecto de ley que nunca llegó y con el deseo de que los acuerdos firmados con TVE (1981-1982) sirvieran para reactivar el cine español.

La llegada de Pilar Miró a la Dirección General de Cinematografía proporcionó un nuevo marco legal para la industria del cine (diciembre de 1983) que pronto se confirmó como negativo para la salud del cine español. Jorge Semprún, posterior Ministro de Cultura, intentó corregir buena parte de estos defectos (agosto de 1989), pero quedaron secuelas imposibles de recuperar.

Como se ve, la figura de Pilar Miró es decisiva en este momento. Miró estudió Derecho y Periodismo y dio sus primeros pasos en los periódicos Pueblo, Arriba e Informaciones. Se matriculó en la Escuela Oficial de Cinematografía en 1963, en la especialidad de Guión. Más tarde impartió clases de montaje y guión. En 1961 llegó a la sede de Televisión Española, que por entonces se encontraba en el Paseo de la Habana, y solicitó trabajo a Victoriano Fernández Asís.

Su trabajo en TVE le proporcionó un importante premio en el Festival de Montecarlo, en 1968, por Una fecha señalada. Dos años después recibió la Antena de Oro por su trabajo como realizadora.

Tras ingresar en el PSOE en 1976, comenzó a trabajar con el grupo de asesores de imagen del partido, lo cual le permitió ocupar puestos de importancia en el mundo audiovisual poco tiempo después, cuando los socialistas accedieron al Gobierno. Rodó en 1979 El crimen de Cuenca, una cinta que causó una importante polémica y que puso a Miró en el ojo del huracán.

En 1982 fue nombrada Directora General de Cinematografía, con lo que inició una de las etapas más comprometidas de su carrera. Por desgracia, su legislación hizo que el cine español comenzase una etapa errática en su andadura.

La equivocada política de subvenciones propiciada por Miró confirmó en poco tiempo dos de sus principales defectos: el clientelismo y la anulación de la competencia comercial.

En este sentido, fue en el sector de producción en el que más señales se percibieron de la inestabilidad de la industria, pues junto a empresas bien consolidadas como las de Elías Querejeta, Andrés Vicente Gómez, Emiliano Piedra, Luis Megino, Alfredo Matas, José Frade y Pepón Corominas –algunos de ellos vinculados a los sectores de distribución y exhibición –, surgieron otras muchas, la mayoría de ellas con una vida efímera y directamente ligadas a la película que presentaban a la subvención del Ministerio de Cultura.

El papel de los productores fue, durante este periodo, muy decisivo a la hora de perfilar nuevas corrientes en nuestra cinematografía.

Así, Elías Querejeta fundó en 1964 Elías Querejeta P.C. Desde sus primeras películas, definió el estilo que deseaba imprimir a sus trabajos, interviniendo en casi todos como coguionista, al tiempo que reunía a su alrededor a un grupo de profesionales que garantizarán el acabado de cada película (Luis Cuadrado y Teo Escamilla, como directores de fotografía, Primitivo Álvaro, en la producción, Pablo G. del Amo, en el montaje, y Luis de Pablo, en la música).

Con La caza, inició una estrecha colaboración con Carlos Saura de más de quince años. En su dilatada trayectoria, Querejeta estuvo detrás de películas como El espíritu de la colmena y Pascual Duarte. Apoyó las carreras de directores como Francisco Regueiro, Víctor Erice, Ricardo Franco, Manuel Gutiérrez Aragón, Montxo Armendáriz y la de su propia hija, Gracia.

Otro productor relevante en esta etapa es Andrés Vicente Gómez. Entró en contacto con Alexander e Ilya Salkind y con Querejeta, y a comienzos de los setenta, trabajó como productor independiente para Eguiluz Films, S.A., entre otras firmas. Su primera película fue Comanche blanco (1968). A partir de entonces, ha producido a los directores más representativos e importantes del cine español y su trabajo ha estado respaldado en empresas como Compañía Iberoamericana de TVE, S.A., sociedad que constituyó el 5 de junio de 1981 junto a Juan Manuel Velasco Gómez, Romueldo Maldonado Berzal y José Luis Sanz Arribas. Bajo el sello de Iberoamericana comenzó distribuyendo para televisión, para después abrirse a la producción cinematográfica por medio de una nueva firma, Lolafilms (1981).

Al margen del valor de productores como los citados, las propuestas creativas a lo largo de los ochenta estuvieron directamente relacionadas con esa política fomentada desde la Administración.

Se fomentó el cine personal, de autor, comprometido y hasta experimental, con lo que pretendía por todos los medios que el cine consumista no tuviera posibilidades de desarrollarse.

Por eso mismo, realizadores como Juan Piquer, comprometidos con géneros como la aventura, el terror y la ciencia ficción, vieron que las dificultades eran crecientes para ellos.

Hubo éxitos internacionales que parecían respaldar esa postura oficial. José Luis Garci obtuvo el Óscar a la mejor película extranjera por Volver a empezar en 1982 y Mario Camus triunfó en festivales europeos con Los santos inocentes (1984).

Son los años en que consolidaron sus carreras directores como Vicente Aranda, Eloy de la Iglesia, Gonzalo Suárez y Víctor Erice. En paralelo, Pilar Miró permitía recuperar a profesionales como Basilio Martín Patino, Miguel Picazo y Francisco Regueiro.

La modernidad quedaba representada por las comedias de Fernando Colomo (La línea del cielo, 1983, La vida alegre, 1986) y Fernando Trueba (Opera prima, 1980, Sé infiel y no mires con quien, 1985).

No obstante, el genuino representante de los nuevos tiempos fue Pedro Almodóvar. Nacido en Calzada de Calatrava (Ciudad Real), en 1949, realizó sus primeros estudios en su pueblo y el Bachillerato Superior en un colegio de Cáceres. Después se instaló en Madrid, en donde consiguió un trabajo en la Compañía Telefónica. En apenas unos años, su habilidad para hacer amigos le permitió entrar en el mundo del cine amateur. Dichas películas, tan breves como atrevidas, fueron exhibidas en diversos festivales nacionales. Tal es el caso de Dos putas o Historia de amor que termina en boda (1974), Homenaje (1975), La caída de Sodoma (1975), Trailer de Who’s afraid of Virginia Woolf (1976), Sexo va, sexo viene (1977), Las tres ventajas de Ponte(1977) y Folle… folle… fólleme… Tim (1978).

En el centro de la polémica, Almodóvar alentó corrientes como la movida madrileña. Su primer largometraje, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), sintetizó todo el flujo creativo acumulado a lo largo de los años setenta (el sexo, la droga, las tribus urbanas, lo extravagante y excéntrico). No obstante, los primeros años de su carrera estuvieron plagados de contratiempos, básicamente porque los productores no lo tenían muy en cuenta.

Pudo dirigir su segundo trabajo gracias al apoyo de los cines Alphaville de Madrid. Laberinto de pasiones (1982) alcanzó un notable éxito de público, quizá porque resultaba más abierta que la anterior y se decantaba por temas menos escatológicos aunque igual de escabrosos.

La productora Tesauro le permitió dirigir sus siguientes trabajos, Entre tinieblas (1983) y ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), en los que fue definiendo todavía más sus preferencias. En particular, la comedia con un trasfondo trágico, donde los personajes están siempre dispuestos a transgredir la norma establecida.

Con Matador (1986), la carrera de Almodóvar buscó nuevos derroteros creativos, mucho más sólidos y atractivos para la audiencia del resto del mundo. Por estas fechas, fundó su propia productora El Deseo S.A., con su hermano Agustín, y comenzó una nueva trayectoria en la obtuvo éxitos como Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988).

Gracias a Almodóvar, intérpretes como Antonio Banderas, Carmen Maura y Victoria Abril se convirtieron en rostros conocidos del cine internacional. Otros compañeros suyos lograron ocupar un lugar habitual en los repartos de la época. Son los casos de Imanol Arias, Asumpta Serna, Ángela Molina, Óscar Ladoire, Antonio Resines, Patricia Adriani, Silvia Munt, Maribel Verdú, Jorge Sanz y Gabino Diego.

A nivel popular, uno de los cineastas más aventajados de la década fue Mariano Ozores, un veterano de la comedia española, hermano de los actores José Luis y Antonio Ozores, y tío de las actrices Adriana Ozores y Emma Ozores.

Tras una larga carrera que le llevó por diversos géneros, Ozores realizó una larga serie de comedias menores, en las que el humor más sencillo, el vodevil, el erotismo propio del burlesque y las alusiones a la actualidad integraron una fórmula de éxito seguro. Fue así como los actores Andrés Pajares, Fernando Esteso, Juanito Navarro, Quique Camoiras y Antonio Ozores se convirtieron en los predilectos de ciertas capas sociales, y por consiguiente, en los preferidos entre el público de los cines de barrio y los videoclubs.
Entre las cintas más destacadas de Ozores a lo largo de este periodo, figuran Yo hice a Roque III (1980), El erótico enmascarado (1980), Los liantes (1981), El hijo del cura (1982), Cristóbal Colón, de oficio descubridor (1982) y Al este del oeste (1984).

También cabe destacar al director Jose Luis Cuerda, quien a finales de la década estrenaba dos importantes películas para la historia del cine español, como son “El bosque animado” (1987) y “Amanece que no es poco” (1988).

Escrito por: Armando Molina Fernández

BIBLIOGRAFIA:
Los textos originales del autor en los que se basa este artículo fueron publicados en El Diario de Ávila, en la revista Todo Pantallas, en la Enciclopedia Universal Multimedia (Micronet) y en los libros Historia ilustrada del cine español (Planeta, 1985), Cine español: una propuesta didáctica (Royal Books, 1993) e Historia Universal del Cine (Planeta, 1982). Esta Historia del cine español se publica en Cine y Letras por cortesía de Emilio C. García Fernández. Reservados todos los derechos.

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