Aunque
no faltan producciones de interés, el cine español, durante los
primeros ochenta, se resiente de la situación crítica que viene
arrastrando desde los últimos años de la década anterior.
Las
dificultades administrativas y las lagunas legales en ciertas
materias preocupan al sector, que poco a poco va exigiendo una
restructuración general.
Sin
embargo, los cambios políticos afectan a la industria
cinematográfica. Tras la victoria electoral del PSOE, nuevas
disposiciones pasan a regular el modo en que se conceden las
subvenciones.
Ese
nuevo dispositivo legal del Gobierno socialista coincide, por otra
parte, con un creciente apoyo a los nuevos realizadores.
El
nivel medio de producción se mantuvo en el centenar de películas
desde 1972. No obstante, la industria pasó, hacia finales de la
década, por una etapa de indefinición, con todas sus esperanzas
puestas en un proyecto de ley que nunca llegó y con el deseo de que
los acuerdos firmados con TVE (1981-1982) sirvieran para reactivar el
cine español.
La
llegada de Pilar Miró a la Dirección General de Cinematografía
proporcionó un nuevo marco legal para la industria del cine
(diciembre de 1983) que pronto se confirmó como negativo para la
salud del cine español. Jorge Semprún, posterior Ministro de
Cultura, intentó corregir buena parte de estos defectos (agosto de
1989), pero quedaron secuelas imposibles de recuperar.
Como
se ve, la figura de Pilar Miró es decisiva en este momento. Miró
estudió Derecho y Periodismo y dio sus primeros pasos en los
periódicos Pueblo, Arriba e Informaciones. Se matriculó en la
Escuela Oficial de Cinematografía en 1963, en la especialidad de
Guión. Más tarde impartió clases de montaje y guión. En 1961
llegó a la sede de Televisión Española, que por entonces se
encontraba en el Paseo de la Habana, y solicitó trabajo a Victoriano
Fernández Asís.
Su
trabajo en TVE le proporcionó un importante premio en el Festival de
Montecarlo, en 1968, por Una fecha señalada. Dos años después
recibió la Antena de Oro por su trabajo como realizadora.
Tras
ingresar en el PSOE en 1976, comenzó a trabajar con el grupo de
asesores de imagen del partido, lo cual le permitió ocupar puestos
de importancia en el mundo audiovisual poco tiempo después, cuando
los socialistas accedieron al Gobierno. Rodó en 1979 El crimen de
Cuenca, una cinta que causó una importante polémica y que puso a
Miró en el ojo del huracán.
En
1982 fue nombrada Directora General de Cinematografía, con lo que
inició una de las etapas más comprometidas de su carrera. Por
desgracia, su legislación hizo que el cine español comenzase una
etapa errática en su andadura.
La
equivocada política de subvenciones propiciada por Miró confirmó
en poco tiempo dos de sus principales defectos: el clientelismo y la
anulación de la competencia comercial.
En
este sentido, fue en el sector de producción en el que más señales
se percibieron de la inestabilidad de la industria, pues junto a
empresas bien consolidadas como las de Elías Querejeta, Andrés
Vicente Gómez, Emiliano Piedra, Luis Megino, Alfredo Matas, José
Frade y Pepón Corominas –algunos de ellos vinculados a los
sectores de distribución y exhibición –, surgieron otras muchas,
la mayoría de ellas con una vida efímera y directamente ligadas a
la película que presentaban a la subvención del Ministerio de
Cultura.
El
papel de los productores fue, durante este periodo, muy decisivo a la
hora de perfilar nuevas corrientes en nuestra cinematografía.
Así,
Elías Querejeta fundó en 1964 Elías Querejeta P.C. Desde sus
primeras películas, definió el estilo que deseaba imprimir a sus
trabajos, interviniendo en casi todos como coguionista, al tiempo que
reunía a su alrededor a un grupo de profesionales que garantizarán
el acabado de cada película (Luis Cuadrado y Teo Escamilla, como
directores de fotografía, Primitivo Álvaro, en la producción,
Pablo G. del Amo, en el montaje, y Luis de Pablo, en la música).
Con
La caza, inició una estrecha colaboración con Carlos Saura de más
de quince años. En su dilatada trayectoria, Querejeta estuvo detrás
de películas como El espíritu de la colmena y Pascual Duarte. Apoyó
las carreras de directores como Francisco Regueiro, Víctor Erice,
Ricardo Franco, Manuel Gutiérrez Aragón, Montxo Armendáriz y la de
su propia hija, Gracia.
Otro
productor relevante en esta etapa es Andrés Vicente Gómez. Entró
en contacto con Alexander e Ilya Salkind y con Querejeta, y a
comienzos de los setenta, trabajó como productor independiente para
Eguiluz Films, S.A., entre otras firmas. Su primera película fue
Comanche blanco (1968). A partir de entonces, ha producido a los
directores más representativos e importantes del cine español y su
trabajo ha estado respaldado en empresas como Compañía
Iberoamericana de TVE, S.A., sociedad que constituyó el 5 de junio
de 1981 junto a Juan Manuel Velasco Gómez, Romueldo Maldonado Berzal
y José Luis Sanz Arribas. Bajo el sello de Iberoamericana comenzó
distribuyendo para televisión, para después abrirse a la producción
cinematográfica por medio de una nueva firma, Lolafilms (1981).
Al
margen del valor de productores como los citados, las propuestas
creativas a lo largo de los ochenta estuvieron directamente
relacionadas con esa política fomentada desde la Administración.
Se
fomentó el cine personal, de autor, comprometido y hasta
experimental, con lo que pretendía por todos los medios que el cine
consumista no tuviera posibilidades de desarrollarse.
Por
eso mismo, realizadores como Juan Piquer, comprometidos con géneros
como la aventura, el terror y la ciencia ficción, vieron que las
dificultades eran crecientes para ellos.
Hubo
éxitos internacionales que parecían respaldar esa postura oficial.
José Luis Garci obtuvo el Óscar a la mejor película extranjera por
Volver a empezar en 1982 y Mario Camus triunfó en festivales
europeos con Los santos inocentes (1984).
Son
los años en que consolidaron sus carreras directores como Vicente
Aranda, Eloy de la Iglesia, Gonzalo Suárez y Víctor Erice. En
paralelo, Pilar Miró permitía recuperar a profesionales como
Basilio Martín Patino, Miguel Picazo y Francisco Regueiro.
La
modernidad quedaba representada por las comedias de Fernando Colomo
(La línea del cielo, 1983, La vida alegre, 1986) y Fernando Trueba
(Opera prima, 1980, Sé infiel y no mires con quien, 1985).
No
obstante, el genuino representante de los nuevos tiempos fue Pedro
Almodóvar. Nacido en Calzada de Calatrava (Ciudad Real), en 1949,
realizó sus primeros estudios en su pueblo y el Bachillerato
Superior en un colegio de Cáceres. Después se instaló en Madrid,
en donde consiguió un trabajo en la Compañía Telefónica. En
apenas unos años, su habilidad para hacer amigos le permitió entrar
en el mundo del cine amateur. Dichas películas, tan breves como
atrevidas, fueron exhibidas en diversos festivales nacionales. Tal es
el caso de Dos putas o Historia de amor que termina en boda (1974),
Homenaje (1975), La caída de Sodoma (1975), Trailer de Who’s
afraid of Virginia Woolf (1976), Sexo va, sexo viene (1977), Las tres
ventajas de Ponte(1977) y Folle… folle… fólleme… Tim (1978).
En
el centro de la polémica, Almodóvar alentó corrientes como la
movida madrileña. Su primer largometraje, Pepi, Luci, Bom y otras
chicas del montón (1980), sintetizó todo el flujo creativo
acumulado a lo largo de los años setenta (el sexo, la droga, las
tribus urbanas, lo extravagante y excéntrico). No obstante, los
primeros años de su carrera estuvieron plagados de contratiempos,
básicamente porque los productores no lo tenían muy en cuenta.
Pudo
dirigir su segundo trabajo gracias al apoyo de los cines Alphaville
de Madrid. Laberinto de pasiones (1982) alcanzó un notable éxito de
público, quizá porque resultaba más abierta que la anterior y se
decantaba por temas menos escatológicos aunque igual de escabrosos.
La
productora Tesauro le permitió dirigir sus siguientes trabajos,
Entre tinieblas (1983) y ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
(1984), en los que fue definiendo todavía más sus preferencias. En
particular, la comedia con un trasfondo trágico, donde los
personajes están siempre dispuestos a transgredir la norma
establecida.
Con
Matador (1986), la carrera de Almodóvar buscó nuevos derroteros
creativos, mucho más sólidos y atractivos para la audiencia del
resto del mundo. Por estas fechas, fundó su propia productora El
Deseo S.A., con su hermano Agustín, y comenzó una nueva trayectoria
en la obtuvo éxitos como Mujeres al borde de un ataque de nervios
(1988).
Gracias
a Almodóvar, intérpretes como Antonio Banderas, Carmen Maura y
Victoria Abril se convirtieron en rostros conocidos del cine
internacional. Otros compañeros suyos lograron ocupar un lugar
habitual en los repartos de la época. Son los casos de Imanol Arias,
Asumpta Serna, Ángela Molina, Óscar Ladoire, Antonio Resines,
Patricia Adriani, Silvia Munt, Maribel Verdú, Jorge Sanz y Gabino
Diego.
A
nivel popular, uno de los cineastas más aventajados de la década
fue Mariano Ozores, un veterano de la comedia española, hermano de
los actores José Luis y Antonio Ozores, y tío de las actrices
Adriana Ozores y Emma Ozores.
Tras
una larga carrera que le llevó por diversos géneros, Ozores realizó
una larga serie de comedias menores, en las que el humor más
sencillo, el vodevil, el erotismo propio del burlesque y las
alusiones a la actualidad integraron una fórmula de éxito seguro.
Fue así como los actores Andrés Pajares, Fernando Esteso, Juanito
Navarro, Quique Camoiras y Antonio Ozores se convirtieron en los
predilectos de ciertas capas sociales, y por consiguiente, en los
preferidos entre el público de los cines de barrio y los videoclubs.
Entre
las cintas más destacadas de Ozores a lo largo de este periodo,
figuran Yo hice a Roque III (1980), El erótico enmascarado (1980),
Los liantes (1981), El hijo del cura (1982), Cristóbal Colón, de
oficio descubridor (1982) y Al este del oeste (1984).
También
cabe destacar al director Jose Luis Cuerda, quien a finales de la
década estrenaba dos importantes películas para la historia del
cine español, como son “El bosque animado” (1987) y “Amanece
que no es poco” (1988).
Escrito
por: Armando Molina Fernández
BIBLIOGRAFIA:
Los
textos originales del autor en los que se basa este artículo fueron
publicados en El Diario de Ávila, en la revista Todo Pantallas, en
la Enciclopedia Universal Multimedia (Micronet) y en los libros
Historia ilustrada del cine español (Planeta, 1985), Cine español:
una propuesta didáctica (Royal Books, 1993) e Historia Universal del
Cine (Planeta, 1982). Esta Historia del cine español se publica en
Cine y Letras por cortesía de Emilio C. García Fernández.
Reservados todos los derechos.
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