Cambio
del cine mudo al sonoro entre los años 30 y 40 en España.
En
España, numerosas publicaciones de la época se hicieron eco de los
avances que la Warner Bros. estaba dando en este sentido, hasta que
El cantor de jazz (1927), de Alan Crosland, con música y hablada,
confirmó que el cine estaba a punto de cambiar.
Mientras
esto sucedía, en España todos los profesionales y empresarios
vinculados al mundo del cine se reunieron en un Congreso organizado
por la revista "La Pantalla" en octubre de 1928 con el fin
de analizar la situación de todos los sectores y establecer las
directrices que permitieran consolidar la industria nacional.
Las
dificultades que tiene la industria cinematográfica española en el
paso del mudo al sonoro se constatan en El misterio de la Puerta
del Sol (1928), de Francisco Elías, película que busca
sorprender con la captación de ruidos ambientales y diálogos
ingeniosos, aunque todavía contiene muchas partes mudas en las que
diversos rótulos explican las situaciones. La falta de medios
tecnológicos, de equipos de rodaje sonoros, obligan a algunos
directores inquietos como Benito Perojo a marchar a París o Berlín
para rodar en aquellos Estudios; hasta que en 1932 se fundan en
Barcelona los Estudios Orphea, el cine sonoro español depende del
exterior.
A
las dificultades de producción se deben añadir las que surgen en el
sector de exhibición, en donde los múltiples sistemas de proyección
que comienzan a llegar a España dificultan en gran medida la
implantación de una programación sonora continuada, además de
obligar a los operadores de cabina a dominar los nuevos proyectores.
Salvo los empresarios con más recursos, la inmensa mayoría de las
salas españolas se ven obligadas a proyectar cine mudo durante
varios años. El cine sonoro, las películas habladas en español que
producen los Estudios de las grandes productoras en Hollywood y
París, van encontrando cabida en las salas de las grandes ciudades.
Tanto las versiones originales en español, como las películas
subtituladas se difunden por las pantallas españolas hasta mediados
de los años treinta.
Como
consecuencia de la implantación del cine sonoro, diversos sectores
profesionales se ven afectados por la revolución tecnológica que se
está produciendo. Por un lado los directores deben adaptarse a la
grabación del sonido, que depende de unos ingenieros que se
convierten en los principales protagonistas del Estudio. Los actores
son los que más sufren el nuevo invento, pues muchos deben abandonar
la profesión debido a que su voz no es la más apropiada para la
pantalla. Por último, los músicos; orquesta, cuartetos, pianistas,
etc. que trabajaban en las importantes salas de las grandes ciudades
ven cómo pierden su empleo al no tener que acompañar musicalmente
las imágenes, pues éstas ya tienen sonidos, música y diálogos.
Años 30: Una vez consolidados los primeros estudios sonoros en
España, los Orphea Film de Barcelona, en Madrid también se
levantaron nuevas infraestructuras (los estudios de rodaje CEA,
ECESA, Ballesteros, etc., y otros de montaje, doblaje, además de
diversas empresas de servicios y auxiliares) que permitieron acometer
una producción constante y amplia por parte de una serie de
productoras que favorecieron la carrera artística de un grupo de
directores que se convirtieron en referentes de una época.
La
década, sin embargo, se inició también con un encuentro
profesional que intentó aglutinar las inquietudes de los
profesionales hispanoamericanos de cinematografía, con el deseo de
ampliar un mercado común que favorezca el intercambio artístico,
técnico y de producción. Con el deseo de proteger el desarrollo del
cine español se creó el Consejo de la Cinematografía en 1933, al
tiempo que también se dictaron unas normas que fijaron como
obligatorio el doblaje al castellano de películas extranjeras,
producciones que se estuvieron exhibiendo en versión original hasta
1936.
El
cine durante la II República estuvo sostenido, especialmente, por
las productoras Cifesa, de Vicente Casanova, y Filmófono, de Ricardo
Urgoiti, a las que acompañaron otras muchas de desigual continuidad.
El cine español comenzó a demostrar que estaba capacitado para
abordar historias costumbristas que superaban el listón del
populismo más chabacano.
La
guerra civil interrumpió estos años de gran actividad que no sólo
tuvo buenas propuestas en el campo de la ficción sino, también, en
el campo del cortometraje documental, en cualquier caso, la tradición
documental sirvió de puente para realizar todos los reportajes y
noticiarios que surgieron en plena contienda, pues el realismo ocupó
el espacio que la ficción no pudo cubrir.
El
conflicto bélico paralizó la producción de largometrajes en España
y desplazó la realización de otros hacia Estudios extranjeros;
Roma, Berlín, especialmente. El bando franquista se quedó sin
recursos, mientras que los republicanos dispusieron de la
infraestructura necesaria como para poder abordar una relativa
producción. No obstante, no fueron capaces de impulsar proyectos que
alcanzaran resultados satisfactorios. Sin embargo, sí hubo una
intensa actividad en el campo de los reportajes y noticiarios, con
abundante información ideológica y propagandística. También hubo
una notable presencia de directores extranjeros filmando activamente
imágenes del conflicto y dirigiendo alguna película testimonial
como Tierra de España de Joris Evens.
En
1939 Franco gana la guerra y empieza la dictadura. Nos encontramos en
la posguerra y en el principio de la II GM. El régimen de Franco era
pro-nazi y apoyan a Hitler aunque no participan en la lucha. Se
quiere construir una industria cinematográfica basada en los de la
derecha, pero la mayoría de los conservadores se habían exiliado.
Durante el periodo mudo los 3 focos más importantes eran Madrid,
Barcelona y Valencia. Ahora sólo quedaba Madrid como capital del
cine. Aparece la censura, primero del guión y después de la
película ya rodada. También se dio una censura económica, pues
sólo se daba dinero a aquellas películas que apoyasen la
dictadura.
Es un periodo oscuro, por el hambre, la dictadura, la
censura…, pero también un periodo muy rico artísticamente (década
de los 40)
Tras
la Guerra Civil, la industria cinematográfica se recuperó
rápidamente desarrollando una intensa actividad en tres direcciones:
por parte de las productoras, abundante en firmas, algunas con una
amplitud de proyectos muy llamativa; muchos directores que
consolidaron su carrera y otros nuevos que aparecieron con gran
fuerza en el panorama creativo; y, finalmente, un gran elenco de
actores y actrices que fueron, sin duda, el motor que alentó la
presencia del espectador de la época.
La
productora Cifesa fue "la antorcha de los éxitos" de la
década.
Cesáreo
González funda Suevia Films, la otra productora más activa de la
década. Se significó por seguir el interés de la época en cuanto
a temática, intentando compaginar la producción de calidad con la
más popular y promocionando especialmente sus películas. Sin duda,
se debe hablar de una importante década para el cine español, por
cuanto las productoras confirmaron su eficacia para moverse en el
proceloso mar legislativo y financiero del Estado, al tiempo que los
directores demostraron su gran capacidad narrativa y los actores y
actrices su calidad interpretativa, aunque en algunos casos todavía
quede patente la excesiva dramatización de algunos papeles.
Escrito por: Miguel Martin
BIBLIOGRÁFIA
Wikipedia
www.espanolsinfronteras.com
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